Después de la gran lección que Midas aprendió, deseó ser el hombre más pobre del mundo pero resultaba ser un rey pobre; aunque se deshizo de todo su oro, no pudo deshacerse del palacio.
El único consuelo que encontró fue hacer largos paseos a través del bosque, alejándose un poco más del palacio todos los días. Le bastaban unas cuantas frutas para sobrevivir. Una tarde, escuchó dos voces discutiendo; se aproximó al lugar de origen y vio a dos dioses: Pan, un dios con piernas y pies de cabra que tocaba la flauta y Apolo, dios de la música. Midas se sintió muy feliz y dichoso.
El dios Pan, le dijo a Midas que sería el juez quien decidiría quién tocaba la mejor música.Ambos comenzaron con un duelo de música y cada uno cautivó a Midas, pero el dios Pan fue su predilecto. Apolo muy enojado, ofendió al dios Pan diciéndole cabra y a Midas le dijo que era un sordo para la música buena, que tenía orejas de burro.
Midas experimentó un zumbido en sus oídos y efectivamente, tenía orejas de burro. Otro regalo indeseable para Midas. Se dice que avergonzado y perplejo, por el resto de sus vidas usó un turbante hecho de tela enrollada en la cabeza.


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