viernes, 18 de septiembre de 2015

Eco y Narciso

Los griegos creían que el hecho de que dos personas se enamoraran profundamente era obra de el pequeño dios Cupido, quien con sus flechas de oro, hacía que las personas se enamoraran de la primera persona que veían. Aunque no siempre los matrimonios terminaran bien o el amor fuera correspondido. Este fue el caso de Eco y Narciso.
  Cupido era muy descuidado. Una vez flechó a una mujer llamada Eco, quien caminaba sola por el bosque. Cuando la mujer tenía que atravesar un río vio del lado contrario a un joven apuesto llamado Narciso. Así fue como decidió vadear el río para encontrarse con el amor de su vida, el hombre más guapo que había visto; Narciso, trataba de alejarse de Eco, pero ella lo seguía y tenía la última palabra a pesar de las negativas de Narciso quien despotamente que él no la amaba. Después de muchos intentos, Eco comprendió que su amor por Narciso no florecería jamás y fue así como se ocultó en una cueva a llorar por su desgracia amorosa; fue tanta la desilusión que dejó de comer, no tenía razones para vivir y se dejó morir. Es por eso que dicen que cada vez que su canto de amor se escucha para aquellos que llaman y sigue teniendo la última palabra.
  Lo único que se sabe sobre Narciso es que fue flechado por Cupido mientras se encontraba bebiendo agua en una fuente. Narciso vio su propio reflejo y se enamoró de si mismo. Tratando de tocar su bella imagen, lo único que conseguía era turbar las ondas del agua. Se dice que se amaba tanto que dejó de comer por pasar todo el tiempo a la orilla del agua, observándose; al igual que Eco murió de amor. 
   Las personas dicen que después de su muerte una flor creció a las orillas del agua; fue el cuerpo de Narciso quien se transformó en flor.



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