A pesar de su gran talento para esculpir bellas obras de arte, era el hombre más solitario del mundo. Odiaba a todas las mujeres, decía que todas eran estúpidas, deshonestas y fastidiosas, pues una de ellas lo rechazó, mientras que él la amaba con mucha devoción. Desde ese momento, nunca habló con una mujer a pesar de que él era un joven apuesto y fuerte.
-Como no hay una mujer perfecta - se dijo a sí mismo - crearé una de piedra. Desde ese día no paró de trabajar sobre un bloque de mármol blanco y su obra fue tomando forma poco a poco. Creó una criatura de tal belleza que quitaba el aliento. Tan emocionado con el resultado, Pigmalion intentó besarla pero sintió unos labios demasiado duros fríos y se echó a llorar.
Ese mismo día había un festival dedicado a Venus, la Diosa de la belleza. El le suplicó muchas veces que le entregara a una mujer tan bella como su estatua. Más tarde, pensó que era una estupidez de su parte, que Venus no oiría sus súplicas. Regresó a su casa deprimido.
Pigmalion se dirigió a la estatua y al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el mármol se ablandaba y que deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera se ablanda a los rayos y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y hacíendose más dócil. Al verlo, Pigmalion se llenó de temor mezclado con un gran gozo, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatura otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.
Pigmalion se dirigió a la estatua y al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el mármol se ablandaba y que deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera se ablanda a los rayos y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y hacíendose más dócil. Al verlo, Pigmalion se llenó de temor mezclado con un gran gozo, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatura otra vez y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.
-Mi amor- le gritó. Y ella se sonrojó...
Desde el Monte Olimpo, Venus le dijo:
Desde el Monte Olimpo, Venus le dijo:
"Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal".Y así fue como Galatea, la escultura, se volvió humana.
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