Un día, Dédalo estaba pensando en una forma de salir del exilio y supo que no podía escapar ni por tierra ni por mar, sólo tenía al aire como su único aliado. Mandó a su hijo Ícaro a recolectar plumas por toda la isla, mientras que él buscaría cuerdas y cera para crear unas alas artificiales y así ambos poder escapar. Hay veces -dijo- en que el hombre debe tratar de hacer con ingenio lo que los dioses hacen sin esfuerzo.
Cuando sus alas estuvieron terminadas, subierona la punta de un risco mientras que Dédalo le daba indicaciones muy precisas a su hijo, éste estaba muy ansiso por emprender el vuelo. Vuela por el camino del centro. -advirtió- Si vuelas muy bajo, el agua puede mojar las alas; y si vuelas muy alto, el calor del Sol derretirá la cera que las mantiene unidas.
Dédalo extendió sus alas y saltó, cuando Ícaro vio que sí funcionaban las alas del padre, fue detrás de él, aleteó rápidamente y voló muy entusiasmado, tanto que olvidó lo que su padre le advirtió.Voló tan alto que efectivamente, el Sol derritió la cera de sus alas y cayó en el mar. Al darse cuenta, Dédalo ya no pudo hacer nada. Regresó a Grecia sano y salvo, pero muy triste por la pérdida del hijo.
Desde ese entonces a la isla se le dio por nombre Icaria, para honrar la memoria de Ícaro. Hay quienes dicen que si miras, puedes ver su arcoiris de plumas de colores iluminando la superficie del soleado mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario